domingo, junio 04, 2006

Farsalia


Cuanto duele saberse traicionado por los más queridos, rabia inmensa y dolor fuerte, de lágrimas ya no podemos saber y siguen brotando a raudales, riela la tristeza en cada gota que rueda por el rostro, un vacío estomacal como de hambre desconocida, insaciable con la pobre comidita del cuerpo, ávida de abrazos y caricias, pero de quién si todos se vuelven sospechosos de posible afrenta, luego la soledad inmensa, ese otro vacío más profundo que deja prófugo al cariño y proscrita a la ternura.
No podemos asegurar nada de nadie, más valdría desde siempre la precaución de no entregar el corazón, lobos famélicos acechan desde siempre.

Luego alguien se acerca con una sonrisa milagrosa como la tuya y no queda más remedio que rendirse, volver a creer que vale la pena arriesgar la carne, la sangre y el aliento, como dicen en la nacho, por la vida hasta la vida misma , dejar que fluyan libres los perfumes del cuerpo hacia donde un extraño magnetismo halan, mejor si hay de por medio una piel como la tuya, una voz como la tuya, una luz como la tuya.

Hablo de mi, de mis mil y un decepciones con esta raza de lobos en jauría, de esta horda infame que se empeña en rasgar mis vestidos y saciar su sed con mi llanto, hablo del dolor de todos, del perdón atravez de la redención de un ser mágico, para unos un tal Jesús de Belén, para otros Mahoma, para mi una libélula carnívora y veloz, maravillosa asesina de tristezas.

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