viernes, diciembre 21, 2007

Quizá número dos


No será esta la última tarde en el que el trapo cubra la carne del mendigo,
ni en que la tormenta, no de lluvia, sea el amparo de la piel.
No será, presto mis dedos en la apuesta, esta la última noche de murmullos
en el que los barrotes y las trincheras sean los oídos.

De ojos se harán aun lamparas
que alumbran las piedras,
de manos, lindes entre cuerpos,
de genitales, juguetes hedonistas.

No será esta la noche en la que el mundo caiga en el hoyo negro,
puede ser cierto, pero quizá lo sea para much@s
puede que la vela no incendie las cortinas, quizá sólo se apague,
quizá no sea esta la noche de la hecatombe, quizá sea la penúltima.

miércoles, septiembre 19, 2007

Sabré

















Si al caer de los arboles los pájaros no mueren
sino que emprenden el ascenso
a un cielo para nosotros tan lejano...

Si al besar la boca no envilece
y se convierte en refugio
que siembra dalias y futuros

Si al arar la tierra no cosechamos fierros
tan ajenos a la vida
sino que brotan
lunas que se colgaran de los cañones

Si al buscar entre mis versos encuentro
piedras de Rossetta
que me ayuden a desvelar
la capa de mi llanto


Jose Luis Palacios López

lunes, julio 30, 2007

Hace tiempo... tanto tiempo


Cómo negarse a la tentación de escribir, al menos unas pocas lineas mientras trabajo en unos análisis presupuestales para la U... cómo negarme.
Hace tiempo, mucho tiempo que no escribo, pero hace tiempo, mucho tiempo que dios no habla y siguen creyendo en él, me merezco la deferencia, el ha matado más que yo.

Es complicado enfrentarse de nuevo con el asunto de escribir, no por el asunto de la hoja en blanco que ya es lugar común y por ende inutilizable; si no más bien porque se van agolpando centenares de temas, y por la falta de práctica sin muchas imágenes inteligentes.

Prometo escribir más a menudo, aun cuando no suba al blog, escribiré más y mejor... por lo menos me comprometo a escribir más, el resto es osadía o villanía... o simple ignorancia.

Bueno, para la siguiente atacaré como dios manda o la santísima virgen sugiere.

domingo, mayo 13, 2007

Sobre madres y otros desafios

Esta es sin duda una de las más conocidas y trilladas imágenes de madre que existe... al menos en el mundo cristiano; una mujer pura, intachable, inmaculada... y virgen, negada de cualquier placer, sea sexual o de cualquier otra índole, seres que deben dedicar su vida al sufrimiento, entregar su juventud, madurez y vejez a su hijo (pocas veces a la hija porque está termina siendo una extensión de la madre) y a su esposo. Una mujer a medias, que debe limitar su existencia al dar, al sacrificio, a la soledad del servicio.

Decían en "La vida es bella" que la diferencia entre servicio y servilismo era abismal, Dios servia al hombre pero no era su sirviente, pues bien, las madres son representadas en esta figura como mujeres sirvientes de los hombres, de poca relevancia su pensar y de inexistente sentir...
De allí que los regalos a las madres terminen siendo lavadoras, planchas, estufas y demás, objetos para recordarle su condición de mujer de casa, presta a satisfacer las necesidades de "sus" hombres, a "dirigir" las riendas del hogar.

Pero he conocido a otras mujeres, con otras imágenes como estandarte, que sabiéndose madres han dado una lucha diferente, reconociéndose como personas políticas, librando una guerra contra la estructura patriarcal que las subyuga, que las niega, que las empotra como objeto de casa, parte del personal de servicio, el jardinero, el ama de llaves, la esposa/madre.

No digo que nieguen su condición de madre, sólo exigen el reconocimiento de ese otro incuestionable componente que no las limita al de madre/esposa.

Quiero ahora recordar a un grupo de mujeres que empezaron siendo madres, como muchas y como muchas son ahora abuelas, que no han dejado de saberse mujeres, que se afirman en su devenir político, que no se sustraen de su rol de madre pero que no abandonan su otro elemento constitutivo.

Hoy quiero recordar a las Madres de la Plaza de Mayo, hoy rindo un homenaje silencioso, hoy escribo para ellas.



viernes, mayo 11, 2007

Del silencio y otros gritos


Suena de lejos un grajo,
rebota entre los arboles
su trino como la niebla densa,
Intermitente y continuo llamar...

No un canto sirénico,
no el trovar que de los carrieles
sacan los hombres en las montañas de antioquia,
no el alabar de las negras en el algodonar.

Salía de las entrañas
como el silencio,
manso y salvaje.

Tronó su grito
y el silencio, como una montaña
se apoderó de la vida.

lunes, abril 30, 2007

Cómo se nos van los años... II



Les decía hace no tanto que el asunto de las culpas se complicaba, con los años que pasan y los que se amodorran en la cintura, en la panza, en las tetillas, aquellos truculentos años que se refugian bajo las axilas... pero los más complicados son aquellos que se agarran de los dientes, para que todo lo soluciones a dentelladas.

Verbigracia, ya que andamos de jesuscristos con parábolas a bordo, Paco Ibañez, quién no conoce a Paco... pues un montón de gente pero eso no es culpa suya, el ha hecho lo que pudo... hasta en televisión española salio, y en el León de Greiff hará unos tres años o menos... La foto es de sus años mozos, los videos, los otros, en los que realmente lo escuchan, en esos en los que de una vez por todas canta con la rabia y/o tristeza en la garganta, porque le va la vida en ello.








Yo me cargo las manos con poemas, buenos, malos, son ustedes los que saben, no yo, que de poesía poco se, pero de una u otra me los cargo, como una alforja, y salgo a recorrer los desiertos bogotanos, sin contar estos más tristes virtuales en los que escribo como lanzando una botella al mar (vaya con el lugar común), sin tener la certeza de si alguien a quien no conoceré puede estar sólo escuchando los temas musicales que ahora pongo.

Y me cargo de poemas como una liberación, como un exorcismo, como si tal cosa...






Pero si Paco, vamos a galopar, hasta enterrarlos en el mar, que los poemas son libres sobre las olas, y perdona la libre interpretación del poema de Alberti, pero enterremos hasta las novelas, para que un día, ya exhaustos de nuestras culpas, las olas nos escupan mágicamente una obra de traste, un poema pequeño, o una oda al desamparo

viernes, abril 27, 2007

Cómo se nos van los años...


Como en la imagen, el tiempo que he vivido lo llevo en mis espaldas... tragicómico el asunto. En fin.
Nunca como ahora este dolor se convierte en físico, este sabor en la boca tiene un nombre y sabe extraño, como los buenos vinos... pero sin serlo, sin dejar claro si está bien, si realmente me gusta este extraño devenir en hombre. Nada para que ustedes se preocupen, sólo una divagación de media noche...
Ahora las culpas son más, no en tamaño, creo que son iguales, como cuando rompí un vidrio en mi casa en Venezuela y de puro miedo aseguré la puerta del cuarto de mi madre y de mi padre desde adentro y me acosté a dormir, creyendo que si me sumía en un sueño que podía no ser profundo, o serlo, el asunto se solucionaria. Ustedes saben qué pasó.

Cuando desperte mi hermano había entrado por la ventana (Calle B voleita norte, Residencias Luis Alfredo, PISO 8, apartamento 45, es decir, mi hermano había salido por la ventana de mi cuarto, había entrado por la de mi madre y padre y allí estaba yo, con el vidrio no roto, con el vidrio no sano, no saludable, tan a medio quebrar, tan a medio salvarse... esa fue la única vez, o eso dice mi memoria, que mi padre me golpeo. Una única vez, con una sandalia, pantufla, chancla, como le digan al asunto, que para mi honor daba lo mismo. ¿Me aliviaron la culpa con el castigo? No, pero tampoco les interesaba esa minucia. El punto es que el peso, tamaño, textura, olor o hedor de las culpas es la misma, siempre, la cuestión es que como los puntos de las tarjetas son acumulables.

Tengo a esta hora, 26 años, no cambiará el asunto hasta el proximo 14 de marzo, lo juro, no cambiará... pero se van acercando una a una o dos a dos, todas por la misma calle sucia de la infancia, todas dan vuelta en la misma esquina, todas paran ante la misma puerta, y yo quiero ser como el monarca que describe Saramago en el ¨Cuento de la isla desconocida¨y hacer caso omiso de sus llamados, o delegar, o ignorar, pero persisten , convencen a la portera, hacen que la gente se quede mirando con desaprobación... y las dejo entrar, las dejo entrar con todo y su algarabía, o su silencio necio.

Ahora están preparando un café en la cocina de mi hogar, una de ellas quiere el té de amaretto que compre hace poco.

Pesa cargar a las culpitas, elefantes inmisericordes que me recuerdan quien soy, que he asesinado a dios tantas veces que a estas alturas (o a esas) el debe creer que realmente existe, que tiene derecho, porque el izquierdo no le pertenece a los tiranos (cuando la izquierda es de los tiranos es la más salvaje derecha), y hace cuentas, se debe relamer sus bigotes recien justificados, se debe masturbar frente al espejo.
Bueno, esta debe ser la primera parte del escrito, y no por cuestiones de estrategia literaria, el sueño pincha los riñones, el cansancio se suma a las culpitas.
Nos encontraremos luego.

viernes, febrero 16, 2007

Nocturno


No hubo,
la ceiba es testiga,
manos que volaran tan deprisa entre otras ramas,
viejos artilugios que provocaran partos místicos,
silencios que reinventaran el amor,
dolores no perpetuos que alimentaran a los labios,
bocas no sedientas que cedieran su calor.

No hubo
(aun no sabemos si volverán a haber),
manos, juegos, labios, bocas,
que perpetúen este sencillo movimiento,
esta no muerte que se parece a la vida.

Viene desde lejos un pájaro,
cansado de tantos árboles y tantas noches,
viene con los ojos cenicientos,
viene con el olor de la ciénaga,
ha venido desde lejos para apaciguarse,
para renovar el delito de vivir.

Ha venido como yo,
sólo para verte.

Y ahora que han pasado los versos y los libros,
déjame callar en tu silencio,
déjame por esta vez
morir contigo.

miércoles, enero 17, 2007

La Historia De Xaphania



Mientras la luna iluminaba los senderos del viejo bosque de álamos, sus cascos resonaban grácilmente en el valle, llevaba un trotecito alegre de primavera en flor que deleitaba a los grillos por su armónico sonar.

El bosque emanaba un aroma gentil a los residentes entre los que se contaban lechuzas, búhos, azulejos, colibríes, palomas, aves del paraíso, algún que otro dodó y otros tantos pajarillos, lombrices, escarabajos, polillas, mariposas, hadas, duendes y elfos y por supuesto la tribu de nuestra hermosa Xaphania.

Xaphania era una bella unicornio con un par de alas de mariposa que le otorgo Sophia, la reina de las hadas, como presente por su nacimiento. Sophia fue su hada madrina y su mejor amiga, le enseño las bellas artes del vuelo de las hojas y la ascensión de las plumas sueltas, recorrieron infinidad de caminos por el solo gusto de recorrerlos.

Su jardín favorito era Orión, la estrella central del afamado cinturón, allí se embelesaban con el atardecer de Júpiter y el nacimiento de la noche con sus dieciséis lunas (pero las que la unicornio más apreciaba eran Europa, Ío, Calisto y Ganímedes). Alguna vez estando allí vieron que un niño lloraba en un cometa, mientras se alejaba de un planeta muy pequeño donde había una única rosa.



Pero Xaphania tenía también otros amigos, un par de caballos hermosos: el uno por su porte, el otro por su sueño. Babieca y Rocinante eran la compañía continua de los atardeceres terrestres donde jugueteaban entre árboles, ya corriendo desbocados, ya paciendo tranquilamente junto al lago. Ora conversaban sobre las campañas de Rodrigo, otrora sobre las quijotadas de Quijano.

Las tardes fascinantes de Xaphania aparecían junto con una bandada de mariposas amarillas que inundaban el corazón de la unicornio con una nostalgia desoladora, era en esos momentos que buscaba la dulce sonrisa de Sophia, que le otorgaba una paz no de camposanto y si de Villa de Leiva.

Sophia le contaba a pie juntillas los malabares de las hadas para poder vivir entre tan poca magia humana, y cuando la noche estaba clara, le narraba las bellezas de los mares profundos y agitados, le hablaba de sus amigas las sirenas, de sus cantos hermosos y sensuales.

Una mañana a principios de noviembre Xaphania conoció por primera vez a un humano, era poeta y tunante, era un dios y un esclavo. Él, estupefacto la miraba con ojos y con manos, ella un poco tímida reculó como tres pasos, el se disculpo de inmediato por su fatal atrevimiento, ella sonrió para calmarlo.

Se acomodaron sobre la hierba fresca y comieron fresas y pan y también manzanas. Él le contó sobre su tierra y sobre la gente que allí vivía, ella le contó sobre Sophia…


Los encuentros se volvieron comunes y disfrutaban de la mutua compañía, ella en ocasiones lo lleva a ver los astros y el en ocasiones le versa el nombre y el amor y el ensueño.

Pues bien amigos míos, tal vez otro día les contaré más sobre Xaphania, pero hoy me está esperando para dar un paseo por las estrellas.

Sophia, La Reina De Las Hadas


Silencio, podrían espantar a las hadas, detrás de los arbustos, si ustedes aguzan el oído, pueden escuchar una bella historia en voz de Sophia.
Cuando la luna mengua y las estrellas rielan en los ojos de los ríos, las hadas y los elfos se reúnen a escuchar los cuentos de la brisa. Los grillos acompañan el crepitar de la fogata y las luciérnagas se alternan el espectáculo luminoso, Xaphania pase tranquilamente entre los arbustos de fresas y de vez en cuando torna al galope tras alguna mariposa.
Las palabras se deslizan desde sus labios a través de las hojas, lamen el rocío y se vuelven espiral en las orejas, los sonidos van cargados de una luz amarilla que vuelve calida la noche y el auditorio presta solemne atención.
“Orión, hijo de Poseidón y Euríale, la gorgona, cazador magnifico, hermoso a pesar de su mortalidad ha posado sus ojos en Mérope, princesa fabulosa en su belleza y su sabiduría, su padre el rey Enopión, soberano de Quion no ve con buenos ojos este asunto, y cuando el hermoso cazador la pide en matrimonio, el rey le asigna un trabajo, que el pensó, imposible de realizar, debía matar al gran dragón que merodeaba a su país, arrancarle los dientes, arar el desierto de sus predios y sembrar los dientes del dragón.
Orión, el gallardo cazador, inmediatamente se puso en la tarea, lanzó su jabalina contra el monstruo asestándola en uno de los ojos, el dragón choco contra el palacio y callo, inmediatamente Orión lanzó una de sus flechas a la boca flameante del dragón y le atravesó la garganta, luego una al corazón y así murió el animal fabuloso.
Orión se aprestó a arrancar los dientes del dragón, hecho esto aró los campos y sembró los dientes, clamó a su padre ayuda y este ordenó a los ríos que regaran suavemente los campos infértiles, de esas semillas salieron ocho hombres armados a los que Orión mató con su glorioso arco.
El rey Enopión se sabe perdido y le dice al noble cazador que ha fallado, pues a pedido ayuda a su padre Poseidón, Orión encoleriza, se retira del campo, y empieza a fraguar su venganza. En la noche irrumpe en la habitación de la princesa, de un grito la despierta, le ordena que se levante, le dice que deben casarse, Mérope clama ayuda a su padre, que a su vez acude a Dionisos, el dios del vino quien lo llama a la cordura, se embriagan, tanto el cazador como el dios y esto lo aprovecha el rey para cegar a Orión, al despertar y saberse ciego Orión demanda la ayuda de Dionisos quien acude a Apolo, dios de la profecía, este le dice que debe dirigirse al este, a recibir los primeros rayos de Helios, Dionisos se siente culpable y le sirve de guía. Una vez recuperada la visión, Orión se dirige a vengarse del cruel rey, pero al pasar por los campos de Artemis se enamoran el uno del otro, Apolo se enfurece pues Orión no es digno de su hermana gemela e intriga contra él, le dice a su hermana que Orión esta enamorada de Eos, esta le cree y mata a Orión. Al saber que era una mentira la diosa lo convierte en una constelación como símbolo de su amor y de los enfermizos celos de su hermano Apolo. Es por eso que aun vemos el cinturón y el arco del gallardo cazador.”
Sophia cierra los ojos como saliendo de un trance, mira a su alrededor y su publico está perplejo, luego estalla desde el bosque hasta epidauros una ovación general, ya las hadas revolotean a su alrededor y los elfos aplauden y comentan entre si la magnífica historia, solo Xaphania se acerca a su amiga y se posa junto a ella. Sophia acaricia suavemente la crin del unicornio mientras esta hoya entre los tréboles.
Sophia pierde su mirada en la manta blanquinegra de la noche, sobre ella se ve el tríptico del cinturón de Orión, es el más cercano de los lazos con Dionisos, Xaphania como adivinando se pone en pie y la insta a remontar el vuelo hasta la constelación, Sophia la secunda.
Desde la estrella central el mutismo es total, ambas observan la tierra en silencio nostálgico.
¿Piensas en Dionisos?- pregunta la unicornio.
Si- responde Sophia- me pregunto en cual de los cuerpos mortales estará preso, en si algún día nos volveremos a encontrar… lo extraño.
Sophia pasaba los días en los bosques floridos, recolectaba frutos y ordenaba a sus hadas fecundar las flores, también le gustaba pasear con Xaphania, que apropósito hacia tiempo no veía.Una tarde de noviembre Xaphania venia acompañada de un mendigo, la ropa andrajosa y la mirada triste era lo más llamaba la atención, se decía protegido por Calíope, aunque por su apariencia, la musa no había hecho muy bien su trabajo. Los mágicos seres corrieron a esconderse, pero Sophia lo enfrentó, se cruzaron sus miradas, Xaphania se acercó y la tranquilizó.Entre tanto en el Olimpo, el trono que tenía uvas labradas estaba vacío.

Grito


A Juliana hace tiempo
Es realmente sencillo,
cierra los ojos,
conten la respiración,
ignora los sonidos,
tu piel es insensible,
olvida el vientesillo,
nada importan el sol o las estrellas,
nada vale el infierno, es un hogar en el invierno,
el cielo de terrible aburrimiento no debe perturbarte,
la mano que te ata a esta tierra no podrá detenerte por más tiempo,
presta atención a la nada poderosa,
¿logras verlo?,
¿oyes su lamento?
es el grito de la mariposa