viernes, febrero 16, 2007

Nocturno


No hubo,
la ceiba es testiga,
manos que volaran tan deprisa entre otras ramas,
viejos artilugios que provocaran partos místicos,
silencios que reinventaran el amor,
dolores no perpetuos que alimentaran a los labios,
bocas no sedientas que cedieran su calor.

No hubo
(aun no sabemos si volverán a haber),
manos, juegos, labios, bocas,
que perpetúen este sencillo movimiento,
esta no muerte que se parece a la vida.

Viene desde lejos un pájaro,
cansado de tantos árboles y tantas noches,
viene con los ojos cenicientos,
viene con el olor de la ciénaga,
ha venido desde lejos para apaciguarse,
para renovar el delito de vivir.

Ha venido como yo,
sólo para verte.

Y ahora que han pasado los versos y los libros,
déjame callar en tu silencio,
déjame por esta vez
morir contigo.