sábado, septiembre 02, 2006

Nocturno



A sophia

Esta noche estás tan lejos,
tengo tanto frío que no sé
si tu ausencia me mantiene
danzando sobre la triste hoz

o me da fuerza para seguir
triturando la cicuta que
estoy sentenciado a beber,
eres sophia a intuir

y a la vez el arrullo de
las cigarras que cantan
desbocadas hacia el final
de este juego de azares

que es mi vida junto a ti.
Canta toda la noche para
que mis sueños vuelvan a gritar.
Eclíptica luciérnaga, di

mi nombre en el silencio de
tus labios y no perezca yo
en el cruel viento efímero
que a la eternidad teme.

Tu cuerpo, aunque fugaz, es el
secreto que quiero descifrar,
tu olor en mi piel impregnar,
aunque sea pasajero del

unicornio alado que tan
intensamente buscas en mi.
Sólo sueños, ilusiones sin
esperanza, sólo tu sabrás

hacer renacer al dios en el
que las brujas abandonaron
sus terribles falacias. Tu don
es bello, mi cuerpo inerte.

Veo en el bosque el árbol
donde tu figura tallé,
aun siendo el bosque la calle
y esta tinta un arrebol

de una tarde que pasaré
soñando tu regreso a la
ciudad donde la poesía
está en manos del tunante.

Tengo frío y ya es tarde,
está helando y tus ojos
se cierran de cansado llanto,
me desvanezco en tu mente.

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