sábado, febrero 06, 2016

La dificultad de las cosas (homónimo al libro pero no relacionado)

A estas alturas, últimamente más calientes de lo confortable y ambientalmente recomendable, ustedes deben saber que disfruto leer, con lo que debo decir que el título de esta entrada es tomado de una novela del escritor colombiano Mauricio Bernal. Solo quiero decir sobre ese libro que a mi me gustó mucho. El final, bueno, me parece que es casi una copia del final de otro libro maravilloso que guardaré en secreto para no arruinarlo a quien por alguna extraña razón decida leerlo. Decía que es una copia pero no me parece fuera de contexto o injutificada.

No voy a hablar de esa novela pero no es gratuito ni fortuito que haya elegido ese título en particular. Si bien expresa en parte de lo que voy a escribir, en realidad me recuerda mi sensación mientras lo leía.

Voy a decir una verdad que para muchos/as resultará de perogrullo: Yo no entiendo la dinámica de la vida en esta sociedad.

Siendo un niño el asunto me resultaba  parecido a la manera en que es ahora, pero la gente creía que eso era tierno. EL niñito que no estaba viendo la tele sino debajo de la mesa de planchar, acompañando a la abuela, mientras leía en voz alta algún libro. Eso les resultaba dulce. Lo que no sabían es que al llegar al otro día al colegio los niños estaban hablando de supercampeones, caballerosdelzodiaco o cual fuera el programa de moda y el niñito, es decir yo, no tenía ni idea de lo que había pasado, y tenía para ofrecer como tema alternativo un libro que nadie había leído. Quiero aclarar desde ahora que nadie me dijo que leyera esos libros, ni que se los leyera a la abuela, creo que incluso terminaba siendo contra la voluntad de ella misma. Total que el NiñitoYo empezaba a no entender cómo era que funcionaba el asunto. Siempre me las arreglé para no terminar excluido o particularmente matoneado, pero tenía que esforzarme para ello. Ellos sabían y yo sabía que ellos lo sabían, el asunto me costaba. Por fortuna fueron generosos.

Luego estuvo lo de salir con chicas. Al miedo etario propio de la pubertad estaba el miedo a ser descubierto. Traté de copiar el comportamiento de otros chicos (generalmente con resultados desastrosos, más que por mi interpretación, porque la forma en que los chicos adolescentes tratan a las chicas es un desastre completo), pero en repetidas ocasiones trataba de copiar el comportamiento de los personajes masculinos frente a los personajes femeninos de mis libros, que también resultaban desastrosos, por los motivos antes expuestos, y porque además eran anacrónicos o rocambolescos. Finalmente fui un cretino, como todos los adolescentes, pero además un cretino raro.

Paralelamente se empezó a gestar otro factor que haría completa mi incomprensión del mundo. Sensibilidad social asociada a la izquierda. Un tipo apellidado Riveros, pero que para mi clase se convirtió en su nombre de pila, nos pidió leer las Venas Abiertas de América Latina. Eso le jode la cabeza a cualquier persona sensata... bueno, eso creía yo, pero parece que me equivoqué de cabo a rabo. Resulta que a la gente sensata eso les dio un contexto de historia y entendieron algo que yo no entendí y sus vidas siguieron en el mundo tal cual lo hace la gente sensata... Si les parece que esto no logro explicarlo muy fluidamente es porque yo aun no entiendo cómo la gente sensata no se rompe al leer un libro como ese, en apartados como el del triángulo negrero. Y como han intuido de esto va el asunto.

Estudié ciencias políticas, pero no se engañen que yo no lo hago, me volví politólogo porque me costaba entender cómo es que yo me había roto con algo con lo que el resto (un resto con disidencias, sin duda, pero perdónenme amigos/as disidentes, no son representativos/as para la muestra) no se había roto. Una vez me dañé la cosa fue a peor, al punto de sentir una amargura profunda, dentro dentrísimo, con los nuevos libros que leía o de los hechos históricos que conocía. Parecía que hubiera un sádico ahistorico y apátrida que repartía tristeza y miseria por todas partes, todo el tiempo. Estaba cercado. Ser un lector recurrente implica que al final del día el sujeto dañado tiene menos series de televisión vistas, menos temas comunes de conversación y una suerte de acidez estomacal por razones éticas.

Participé en la Juventud Comunista muy entusiasmado de encontrar gente que sentía una molestia parecida a la mía, y con muchos más libros que series de televisión de las que hablar. Otra aclaración necesaria: cuando este sujeto dañado dice JuventudComunista no se imaginen una suerte de convención nacional de jóvenes. El grupo del que participaba tenía cuatro personas, este narrador incluido. Nos reuníamos para determinar el plan de acción para realizar educación política con las comunidades, para que pensaran en la posibilidad de construir un mundo más decente. Sin embargo en las reuniones casi nunca podíamos llegar a acuerdos porque las obligaciones académicas no nos permitían asistir, o acudir a las citas, con lo que generalmente terminaban dos en la cafetería bebiendo ese potaje asqueroso que llamábamos café (y que debería ser una vergüenza teniendo tan fuertemente arraigada la joda de ser un país cafetero, y que la mula y que juan valdés, no las tiendas de café sino el ícono que las inspiró) y hablando de los libros que habíamos leído y de los que no podíamos hablar más que entre nosotros/as.

El Elogio de la Dificultad de Estanislao Zuleta es uno de mis lugares comunes en las conversaciones y generalmente me remito siempre a lo mismo, y ahora no va a ser la excepción. Deseamos mal. Deseamos un mar de mermelada, una suerte de sonrisa orgásmica perpetua. Bueno, esa sonrisa seguro que termina dando calambres en la cara. Yo me he acostumbrado a desear en mi vida gente rara como yo, porque la gente sensata me resulta mucho menos normal que mis deseados/as raras.

Pero eso de buscar gente rara tiene consecuencias. Encontré (aun en la universidad) el feminismo y la crítica al patriarcado en una sujeta rarisima. Sigue siendo rara y sigue siendo de mis amigas más entrañables. El feminismo es otra de esas cosas que el sujeto dañado encuentra tremendamente aconsejables, pero a la que la gente sensata no le da la misma valoración. Rarisimo para mi.

Es un asunto sencillo esto del feminismo. Básicamente es que este mundo es una remierda (el sujeto dañado está completamente de acuerdo, la gente sensata va al estadio, a vacaciones, y a ver SeArmóLaGorda) y hay que hacer uno nuevo, decente, equitativo, conscientes de que somos parte de la naturaleza -con lo que tenemos que buscar relaciones armónicas con todo y con todos los seres-, que debe despojarse de las guerras -porque nunca la violencia ha sido solución para nada sino que escala los conflictos y esconde intereses de otros-, que cada quien sea libre de ser y hacer, lo que implica que nadie puede hacer sobre otro algo que le impida ser o hacer lo que tenía planeado (al sujeto dañado le parece que si, que vota por ese programa de gobierno, la gente rara comunista amiga del sujeto dañado empieza a hacerse preguntas que al sujeto dañado le parecen rarisimas;
-¿osea que las feministas quieren que las mujeres dominen a los hombres...?
-ome, pues no se cómo concluyes eso de la definición de arriba.
Finalmente la gente sensata vio en televisión a alguno de mis amigos raros comunistas o a otros con las mismas interpretaciones y dijeron, ole si, esas quieren eso que dijeron esos... y yo quedé realmente perdido).

(pronto la continuación... espero que al menos una persona llegue a este paréntesis para que termine de desanimarse jajaja)


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