jueves, agosto 10, 2006

Sierpe Ciudad


¡Miente ciudad!
Sobre el color de tus paredes
¡Miente!
Sobre el sabor de tus
Cloacas ¡miente!

Miente ciudad,
Inventa arco iris con tu aceite
¡Miente!
Traza paraísos con tus dédalos
¡Miente!
Encrespa tus pestañas de ramera

¡Miente!
Viste de magos a tus brujos,
Maquilla de héroes a tus viles

Miente
Enamórame
Hechízame
Atrápame
Otra vez.

miércoles, agosto 09, 2006

Nocturno con flores

En el día de la noche simple,
Cuando duerma
-Al fin-
Bajo dulces flores de cicuta,
Recuerda
¡Oh parca!
Diosa de las flores silvestres,
De alados pies,
Y dedos galopantes,
Que me encadenaste
A tus caprichos insolentes,
Que prendiste mi corazón
A tu perfume,
Que quebraste mi voluntad
Como a una espiga.

Recuerda
¡Oh dulce!
Adamantina
Prestidigitadora,
Mantis citadina,
Que robaste mi futuro
Y sembraste mi pasado
Con orquídeas.
Que alelaste mi corazón
Con tu sonrisa,
Que sanaste mis lamentos
Con tus labios.

El día de la noche simple,
Cuando el no ser
Entre a mi vera,
Recuerda,
¡Oh sibilina!
Esa otra noche de dionisiaca lumbre,
Recuérdala, oh Maga cortaziana,
Para después olvidarme
Para siempre.

martes, agosto 08, 2006

LA MUJER DEL MERCADER DEL RÍO: UNA CARTA... Ezra Pound





Cuando yo todavía llevaba el pelo cortado sobre la frente
jugaba en el portal delantero, recogiendo flores.
Tú viniste con zancos de madera jugando a los caballos,
caminaste junto a mi asiento, jugando con ciruelas azules
y seguimos viviendo en el pueblo de Chokan:
dos niños, sin aversión ni sospecha.

Con catorce años me casé con vos, mi señor.
Nunca me reía porque era tímida.
Bajaba la cabeza y miraba a la pared.
Aunque me llamaran mil veces, nunca volvía la cabeza.

Con quince años dejé de fruncir el ceño,
deseaba que mi polvo se mezclara con el tuyo
para siempre y para siempre y para siempre.
¿Para qué seguir vigilando?

Te fuiste cuando yo tenía dieciseis años,
te fuiste a la lejana Ku-to-yen, junto al río de los remolinos,
y has estado fuera cinco meses.
Los monos hacen un ruido muy triste por ahí arriba.
Cuando te fuiste arrastrabas los pies.
En el portal ahora ha crecido el musgo, musgos
distintos,
¡demasiado profundos para limpiarlos!
Los hojas caen pronto este otoño, por culpa del viento.
Las mariposas emparejadas ya amarillean en el agosto
sobre la hierba del jardín del oeste;
me duelen. Me hago vieja.
Si has de venir por los vados del río Kiang,
por favor, házmelo saber de antemano
y yo saldré a recibirte,
iré hasta Cho-fu-sa.



Por Rihaku

Oigan


" Oigan: si encienden las estrellas
es porque alguien las necesita, verdad?,
es que alguien desea que estén,
es que alguien llama perlas a esas escupitinas.
Resollando tormentas de polvo
del mediodía penetra hasta Dios,
teme haber llegado tarde, llora.
Le besa la mano carniseca,
implora que pongan sin falta una estrella,
jura que no soportará este tormento inestelar,
y luego anda preocupado,
aunque aparenta calma.
Dice a alguien:
Ahora no estás mal, eh?
A que ya no tienes miedo?
Oigan si encienden las estrellas
es porque alguien las necesita, verdad?
Es indispensable que todas las noches sobre los tejados
arda aunque sea una sola estrella. "

Vladimir Mayakovsky