
Decían en "La vida es bella" que la diferencia entre servicio y servilismo era abismal, Dios servia al hombre pero no era su sirviente, pues bien, las madres son representadas en esta figura como mujeres sirvientes de los hombres, de poca relevancia su pensar y de inexistente sentir...
De allí que los regalos a las madres terminen siendo lavadoras, planchas, estufas y demás, objetos para recordarle su condición de mujer de casa, presta a satisfacer las necesidades de "sus" hombres, a "dirigir" las riendas del hogar.
Pero he conocido a otras mujeres, con otras imágenes como estandarte, que sabiéndose madres han dado una lucha diferente, reconociéndose como personas políticas, librando una guerra contra la estructura patriarcal que las subyuga, que las niega, que las empotra como objeto de casa, parte del personal de servicio, el jardinero, el ama de llaves, la esposa/madre.
No digo que nieguen su condición de madre, sólo exigen el reconocimiento de ese otro incuestionable componente que no las limita al de madre/esposa.
Quiero ahora recordar a un grupo de mujeres que empezaron siendo madres, como muchas y como muchas son ahora abuelas, que no han dejado de saberse mujeres, que se afirman en su devenir político, que no se sustraen de su rol de madre pero que no abandonan su otro elemento constitutivo.
Hoy quiero recordar a las Madres de la Plaza de Mayo, hoy rindo un homenaje silencioso, hoy escribo para ellas.
