miércoles, enero 17, 2007

La Historia De Xaphania



Mientras la luna iluminaba los senderos del viejo bosque de álamos, sus cascos resonaban grácilmente en el valle, llevaba un trotecito alegre de primavera en flor que deleitaba a los grillos por su armónico sonar.

El bosque emanaba un aroma gentil a los residentes entre los que se contaban lechuzas, búhos, azulejos, colibríes, palomas, aves del paraíso, algún que otro dodó y otros tantos pajarillos, lombrices, escarabajos, polillas, mariposas, hadas, duendes y elfos y por supuesto la tribu de nuestra hermosa Xaphania.

Xaphania era una bella unicornio con un par de alas de mariposa que le otorgo Sophia, la reina de las hadas, como presente por su nacimiento. Sophia fue su hada madrina y su mejor amiga, le enseño las bellas artes del vuelo de las hojas y la ascensión de las plumas sueltas, recorrieron infinidad de caminos por el solo gusto de recorrerlos.

Su jardín favorito era Orión, la estrella central del afamado cinturón, allí se embelesaban con el atardecer de Júpiter y el nacimiento de la noche con sus dieciséis lunas (pero las que la unicornio más apreciaba eran Europa, Ío, Calisto y Ganímedes). Alguna vez estando allí vieron que un niño lloraba en un cometa, mientras se alejaba de un planeta muy pequeño donde había una única rosa.



Pero Xaphania tenía también otros amigos, un par de caballos hermosos: el uno por su porte, el otro por su sueño. Babieca y Rocinante eran la compañía continua de los atardeceres terrestres donde jugueteaban entre árboles, ya corriendo desbocados, ya paciendo tranquilamente junto al lago. Ora conversaban sobre las campañas de Rodrigo, otrora sobre las quijotadas de Quijano.

Las tardes fascinantes de Xaphania aparecían junto con una bandada de mariposas amarillas que inundaban el corazón de la unicornio con una nostalgia desoladora, era en esos momentos que buscaba la dulce sonrisa de Sophia, que le otorgaba una paz no de camposanto y si de Villa de Leiva.

Sophia le contaba a pie juntillas los malabares de las hadas para poder vivir entre tan poca magia humana, y cuando la noche estaba clara, le narraba las bellezas de los mares profundos y agitados, le hablaba de sus amigas las sirenas, de sus cantos hermosos y sensuales.

Una mañana a principios de noviembre Xaphania conoció por primera vez a un humano, era poeta y tunante, era un dios y un esclavo. Él, estupefacto la miraba con ojos y con manos, ella un poco tímida reculó como tres pasos, el se disculpo de inmediato por su fatal atrevimiento, ella sonrió para calmarlo.

Se acomodaron sobre la hierba fresca y comieron fresas y pan y también manzanas. Él le contó sobre su tierra y sobre la gente que allí vivía, ella le contó sobre Sophia…


Los encuentros se volvieron comunes y disfrutaban de la mutua compañía, ella en ocasiones lo lleva a ver los astros y el en ocasiones le versa el nombre y el amor y el ensueño.

Pues bien amigos míos, tal vez otro día les contaré más sobre Xaphania, pero hoy me está esperando para dar un paseo por las estrellas.

Sophia, La Reina De Las Hadas


Silencio, podrían espantar a las hadas, detrás de los arbustos, si ustedes aguzan el oído, pueden escuchar una bella historia en voz de Sophia.
Cuando la luna mengua y las estrellas rielan en los ojos de los ríos, las hadas y los elfos se reúnen a escuchar los cuentos de la brisa. Los grillos acompañan el crepitar de la fogata y las luciérnagas se alternan el espectáculo luminoso, Xaphania pase tranquilamente entre los arbustos de fresas y de vez en cuando torna al galope tras alguna mariposa.
Las palabras se deslizan desde sus labios a través de las hojas, lamen el rocío y se vuelven espiral en las orejas, los sonidos van cargados de una luz amarilla que vuelve calida la noche y el auditorio presta solemne atención.
“Orión, hijo de Poseidón y Euríale, la gorgona, cazador magnifico, hermoso a pesar de su mortalidad ha posado sus ojos en Mérope, princesa fabulosa en su belleza y su sabiduría, su padre el rey Enopión, soberano de Quion no ve con buenos ojos este asunto, y cuando el hermoso cazador la pide en matrimonio, el rey le asigna un trabajo, que el pensó, imposible de realizar, debía matar al gran dragón que merodeaba a su país, arrancarle los dientes, arar el desierto de sus predios y sembrar los dientes del dragón.
Orión, el gallardo cazador, inmediatamente se puso en la tarea, lanzó su jabalina contra el monstruo asestándola en uno de los ojos, el dragón choco contra el palacio y callo, inmediatamente Orión lanzó una de sus flechas a la boca flameante del dragón y le atravesó la garganta, luego una al corazón y así murió el animal fabuloso.
Orión se aprestó a arrancar los dientes del dragón, hecho esto aró los campos y sembró los dientes, clamó a su padre ayuda y este ordenó a los ríos que regaran suavemente los campos infértiles, de esas semillas salieron ocho hombres armados a los que Orión mató con su glorioso arco.
El rey Enopión se sabe perdido y le dice al noble cazador que ha fallado, pues a pedido ayuda a su padre Poseidón, Orión encoleriza, se retira del campo, y empieza a fraguar su venganza. En la noche irrumpe en la habitación de la princesa, de un grito la despierta, le ordena que se levante, le dice que deben casarse, Mérope clama ayuda a su padre, que a su vez acude a Dionisos, el dios del vino quien lo llama a la cordura, se embriagan, tanto el cazador como el dios y esto lo aprovecha el rey para cegar a Orión, al despertar y saberse ciego Orión demanda la ayuda de Dionisos quien acude a Apolo, dios de la profecía, este le dice que debe dirigirse al este, a recibir los primeros rayos de Helios, Dionisos se siente culpable y le sirve de guía. Una vez recuperada la visión, Orión se dirige a vengarse del cruel rey, pero al pasar por los campos de Artemis se enamoran el uno del otro, Apolo se enfurece pues Orión no es digno de su hermana gemela e intriga contra él, le dice a su hermana que Orión esta enamorada de Eos, esta le cree y mata a Orión. Al saber que era una mentira la diosa lo convierte en una constelación como símbolo de su amor y de los enfermizos celos de su hermano Apolo. Es por eso que aun vemos el cinturón y el arco del gallardo cazador.”
Sophia cierra los ojos como saliendo de un trance, mira a su alrededor y su publico está perplejo, luego estalla desde el bosque hasta epidauros una ovación general, ya las hadas revolotean a su alrededor y los elfos aplauden y comentan entre si la magnífica historia, solo Xaphania se acerca a su amiga y se posa junto a ella. Sophia acaricia suavemente la crin del unicornio mientras esta hoya entre los tréboles.
Sophia pierde su mirada en la manta blanquinegra de la noche, sobre ella se ve el tríptico del cinturón de Orión, es el más cercano de los lazos con Dionisos, Xaphania como adivinando se pone en pie y la insta a remontar el vuelo hasta la constelación, Sophia la secunda.
Desde la estrella central el mutismo es total, ambas observan la tierra en silencio nostálgico.
¿Piensas en Dionisos?- pregunta la unicornio.
Si- responde Sophia- me pregunto en cual de los cuerpos mortales estará preso, en si algún día nos volveremos a encontrar… lo extraño.
Sophia pasaba los días en los bosques floridos, recolectaba frutos y ordenaba a sus hadas fecundar las flores, también le gustaba pasear con Xaphania, que apropósito hacia tiempo no veía.Una tarde de noviembre Xaphania venia acompañada de un mendigo, la ropa andrajosa y la mirada triste era lo más llamaba la atención, se decía protegido por Calíope, aunque por su apariencia, la musa no había hecho muy bien su trabajo. Los mágicos seres corrieron a esconderse, pero Sophia lo enfrentó, se cruzaron sus miradas, Xaphania se acercó y la tranquilizó.Entre tanto en el Olimpo, el trono que tenía uvas labradas estaba vacío.

Grito


A Juliana hace tiempo
Es realmente sencillo,
cierra los ojos,
conten la respiración,
ignora los sonidos,
tu piel es insensible,
olvida el vientesillo,
nada importan el sol o las estrellas,
nada vale el infierno, es un hogar en el invierno,
el cielo de terrible aburrimiento no debe perturbarte,
la mano que te ata a esta tierra no podrá detenerte por más tiempo,
presta atención a la nada poderosa,
¿logras verlo?,
¿oyes su lamento?
es el grito de la mariposa